A convicción profunda da actualidade da revolución, fai necesaria a organización política da clase obreira.

G. Lukács
 

viernes, 14 de marzo de 2008

SOBRE LOS RESULTADOS ELECTORALES DEL 9-M

De los resultados del 9-M sacaría dos  conclusiones fundamentales; la primera que certifican  la culminación de la derrota de la izquierda  iniciada en la transición política y la segunda y muy unido a la anterior,  y que políticamente se expresa en el bipartidismo, el dominio  absoluto de la oligarquía financiero –industrial en las próximas Cortes. La clase dominante española por medio de los dos partidos estatales que la representan, PSOE y PP, acumulan mas del 83 % del número de votos y se encuentra en una situación privilegiada  para hacer frente a la agudización de la crisis estructural del modelo de explotación español,  que coincide con una nueva etapa recesiva a nivel mundial.


El triunfo del PSOE va a permitir que la recomposición del modelo de explotación se haga sobre las espaldas de los trabajadores asalariados, con una oposición pequeña por parte de los afectados. Si “el partido de la izquierda” toma determinadas medidas con un marcado carácter antisocial, serán menos contestadas que si las aprueba  “el partido de la derecha”; el típico juego en el sistema bipartidista. Si a esto le unimos la estrategia de calma social llevada a cabo por las cúpulas sindicales, completamos el cuadro a corto plazo.


Sólo la lucha espontánea de los trabajadores, repito espontánea, puede introducir hoy, alguna piedra en el mecanismo de dominación diseñado para el período próximo.


El descalabro electoral de IU estaba anunciado; es el resultado de una trayectoria política deplorable, de apoyo a las políticas neoliberales del PSOE y no hacer nada por defender un espacio electoral propio, de centrar toda su actividad en la acción institucional, de abandono de la movilización social e instrumentalización de los movimientos, de pérdida de identidad fagocitada por Iniciativa per Cataluña,  la organización que más hizo por destruir IU cuando sí tenía un proyecto de sociedad, un programa electoral y un discurso nítidamente diferenciado del PSOE. La izquierda solo puede avanzar electoralmente si se confronta con la derecha, pero también con la organización diseñada y financiada por la clase dominante para jugar ese papel. Que susto se llevó la oligarquía, cuando en un determinado congreso, el PSOE se negó a abandonar el marxismo; que espectáculo más deprimente el ofrecido por  sus medios informativos y sus intelectuales orgánicos, funcionando a plena máquina, hasta conseguir revocar el acuerdo y la resurrección de Felipe González cual ave fénix, de entre las cenizas de la traición al proletariado español. Ya estaba preparado para el pacto con los poderes fácticos, Iglesia, dinero y ejército y el camino allanado para el triunfo de 1982.


Aunque parezca una afirmación derrotista, de la izquierda del estado español solo quedan escombros; las causas hunden sus raíces en la derrota de las clases populares frente a la sublevación militar y en los años de dictadura; no es fácil reconstruir las organizaciones en una situación de carencia de libertades y aquellas que durante la dictadura encabezaron y lucharon  durante muchos años en solitario por las libertades y el socialismo, iniciaron el periodo de la transición política hacia la democracia burguesa, lastrados por una honda crisis, que lleva a su desmoronamiento político y organizativo en muy pocos años.


Las causas de esta situación hay que buscarlas, entre otros aspectos,  en primer lugar en su desarme ideológico durante los años de la dictadura, mal endémico de la izquierda española, que carece de elaboraciones teóricas, de análisis de la realidad desde un punto de vista revolucionario, marxista; quizá por las condiciones de clandestinidad, pero la realidad es que  no hay izquierda europea que tenga teorizado menos, escrito menos, que menos tenga elaborado políticamente. Estas circunstancias se agigantan cuando la democracia interna es débil, la discusión y la información restringida y el concepto piramidal del partido crece.


En segundo lugar y muy unido a lo anterior, se encuentra la deriva que se le va a dar a la llamada “política de reconciliación nacional”; planteada en un principio como la necesidad de unir sectores populares, con independencia del bando con el que participaran en la guerra civil, para hacer frente a las políticas franquistas que golpeaban a todos ellos, se convierte en un acercamiento a sectores de la burguesía y del gran capital, que comenzaba a considerar al franquismo como un obstáculo para su integración plena en el capitalismo internacional. Una política que buscaba en principio, el fortalecimiento de la lucha de clases, se convierte en una política de conciliación de clases y sitúa al PC, como un elemento más, y en ciertos aspectos clave, del sistema político nacido en la transición.


Un tercer aspecto, tiene que ver con la transformación del PC en un frente antifranquista que lo llevó a la quiebra de la necesaria cohesión ideológica y la sustitución de cuadros obreros por “intelectuales y profesionales de prestigio”, que solo buscaban un cauce para expresarse políticamente. En este frente antifranquista se produjo un solapado proceso de luchas internas donde sectores radicales, antimarxistas,  alcanzaron importantes posiciones en la dirección y que más tarde abandonaron la organización para buscar amparo bajo las siglas del PSOE. La mayoría de las veces produciendo hondas crisis y divisiones internas.


Un cuarto aspecto, que tiene mucho que ver con la falta de elaboración teórica, la discusión y la debilidad de las posiciones marxistas, es una visión de la estrategia de la toma del poder, del análisis del estado capitalista y de la “vía hacia el socialismo” basada en una visión parcial y tergiversada del pensamiento gramsciano, para justificar la posibilidad de una vía exclusivamente parlamentaria, colofón de la política de conciliación de clases y aceptación de la neutralidad del estado capitalista.


En las circunstancias de crisis comunista, nace en 1986 IU; para una parte de sus fundadores, como la nueva fuerza política  que sustituya al PC, avance en la colaboración con el PSOE y cuando este objetivo no lo consiguen, e IU inicia una política de confrontación con el PSOE que permite que en 1996 se alcance el mayor número de votos y superar el 10%, algo inaudito en una fuerza de la izquierda alternativa, que se confronta con el sistema y sitúa la necesidad del combate político cultural contra el pensamiento único y el neoliberalismo, sectores de la organización, con fuerte apoyo mediático, la conducen hacia  una nueva crisis a partir de 1997, de la que ya no fue capaz de recuperarse.


Es indispensable la reconstrucción de la izquierda en el estado español, para hacer frente a la clase dominante y avanzar hacia una sociedad más justa,  pero sobre todo de la pieza básica de la misma, el movimiento obrero, en sus dos acepciones, política y sindical. Pero para ello hay que romper con viejas inercias, sectarismos, infantilismos varios.


Es posible la revolución en los países del centro del sistema, pero se necesita estudio, debate, organizar, unir, imbricarse en los problemas y conseguir que la teoría revolucionaria sea asumida por amplias capas de la sociedad.


 


Carlos Dafonte


 


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario