A convicción profunda da actualidade da revolución, fai necesaria a organización política da clase obreira.

G. Lukács
 

viernes, 22 de septiembre de 2006

GALICIA UN AÑO DESPUÉS. PERSPECTIVAS Y NECESIDADES

Si hacemos un balance del año de gobierno PSOE-BNG en Galicia, excepto el “paisaje”, algunas caras nuevas, que tiene cierta importancia, poco ha cambiado.


Algun@s dirán que es un corto espacio de tiempo para exigir e introducir cambios, después de dieciséis años de gobierno monolítico del PP. Quizá por eso, por que después de tantos años de gobierno reaccionario, los cambios aunque pequeños debían ser significativos y palpables por la gran mayoría da población; la verdad es que pocos indicios de cambios se han producido.


En Consellerías y Delegaciones Provinciales, no se cambiaron ni a algun@s de l@s funcionari@s que “cortaban el bacalao” en los tiempos del PP y convertían su gestión en un apéndice del partido.


En este año y pocos meses sin embargo se confirmaron cuestiones importantes para la definición de una organización política; en primer lugar que se van a seguir aplicando las mismas políticas económicas y sociales, las que definen como neoliberal a una organización y que se concretaban en el Tratado para una Constitución para Europa defendido por PP y PSOE. Por parte de la Xunta no va a haber resistencia contra estas políticas que condenan a l@s galleg@s a una ciudadanía de segunda.


Los resultados de estos últimos veinticinco años de preautonomía y autonomía controlada por el PP y de gobiernos en Madrid en manos del PSOE y PP, nos llevaron a una situación económica y social muy complicada, por la desarticulación de importantes sectores productivos, pesca, ganadería; destrucción de una parte del tejido industrial; privatización salvaje de otra, con el resultado de ser una de las “regiones” mas deprimidas de la antigua Unión Europea a 15, situación que se modifica aunque poco, con la incorporación de 10 nuevos países, muchos de los cuales lo hacen en unas condiciones deplorables, los del llamado bloque soviético, tras la rapiña producida sobre las propiedades estatales por parte de antiguos dirigentes contando con la connivencia del capital transnacional y financiero. El no ser ya de los últimos puede acarrear graves consecuencias para tod@s l@s galleg@s al tener un horizonte limitado la participación en los diferentes tipos de fondos europeos.


La realidad es que en Galicia se pagan salarios y pensiones por debajo de la media estatal, hay una precarización mayor del mercado laboral y curiosamente el IPC siempre sube alguna décima más que en Comunidades más ricas, lo que significa un impuesto añadido más elevado para tod@s l@s galleg@s; lo mismo ocurre con el precio de los combustibles.


Estudios realizados por diferentes entidades tanto públicas como privadas, indican que no convergemos con las comunidades más ricas, que cada vez nos alejamos más de la media de riqueza del estado y también que somos la única Comunidad Autónoma pluriprovincial que no tiene a ninguna de sus provincias superando la media de riqueza del estado.


Esta situación de conjunto todavía es mas grave en la Galicia interior, donde los desequilibrios de todo tipo son muy notables con relación a la costera.


Ante esta grave situación había quienes esperaban de un gobierno que se autotitula de izquierdas y progresista, políticas de choque. El tiempo les ha vuelto a la realidad. El PSOE no esta dispuesto a alterar lo mas mínimo las políticas que implementan desde la administración central y el Bloque, continúa con el “giro a la derecha” iniciado hace más de dos décadas y después del batacazo electoral que le llevó a perder votos y escaños en la últimas elecciones autonómicas, sabe que la única forma de paralizar su crisis interna es permanecer en el poder, convirtiéndose en prisionero del PSOE; las contradicciones que la aplicación de políticas neoliberales pueda producir en su interior, se solventarán con el reparto de canonjías que cierto control de las instituciones permite. Intentarán al mismo tiempo neutralizar a determinados sectores del sindicalismo nacionalista que eran muy críticos con estas políticas.


Tampoco se dieron pasos, y en estos catorce meses algo se pudo hacer, para democratizar las instituciones y la sociedad gallega, constreñidas ambas por el corsé impuesto por el neofranquismo de estos años; comenzando por las autonómicas y continuando por las Diputaciones, Ayuntamientos, institución que juega un papel importante, las Parroquias y finalizando con las Comarcas, que ambos en la oposición, decían querer potenciar, acercar más al ciudadan@ y un largo etc., de promesas de las que no hay concreción alguna.


Los incendios de este verano pusieron en evidencia también el continuismo, la Xunta no fue capaz de articular un sistema alternativo al de extinción del PP sistema que solo funciona con la colaboración de la derecha que gobierna en la mayoría de los Ayuntamientos, y que cuando no lo hace, documentos así lo ponen de manifiesto, independientemente de la existencia de tramas o no, los resultados tienen carácter de catástrofe. Hay por lo tanto una gran responsabilidad de lo ocurrido en la Xunta, pero el PP no debe salir impune por su actitud, la fiscalía y la ciudadanía, cada una en el papel que le corresponde, deben actuar.


Y si hablamos de servicios, la realidad gallega en los de caráceter social, reproduce los mismos parámetros de otras situaciones ya descritas; tenemos menos cama por mil habitantes y menos plazas geriátricas, por ejemplo que la media del estado, en una comunidad con un envejecimiento de la población de los más elevados del mundo.


Lo mismo ocurre con los transportes, con un ferrocarril obsoleto, incapaz de articular el país internamente y de unirlo al exterior con eficacia;y por la actividad de los partidos que sostienen la Xunta, como antes el PP, lo único que parece interesarles son las inversiones en le AVE, olvidándose de la electrificación de la red, la doble vía y los nuevos tendidos.


Por último el Estatuto, para finalizar este somero recorrido por la realidad gallega, del que faltan numerosos aspectos. Desde mi punto de vista no puede ser un documento de conciliación de clases, pues en esa perspectiva siempre beneficiará a los más poderosos; debe ser un instrumento al servicio de l@s trabajador@s, que garantice los servicios públicos, que se oponga a la deslocalización de empresas, que profundice y supere la actual democracia que se reduce a votar cada cierto tiempo, y sentar las bases de una democracia participativa y reconocer el derecho a la autodeterminación, única perspectiva en la que tiene sentido la introducción del concepto nación. Estatuto que también debe garantizar la prioridad de toda una serie de derechos sociales y económicos como a una vivienda, al trabajo, etc..Es clarificador y denigrante, pero ejemplificador, como si de un “intercambio de cromos se tratara”, el diálogo mantenido a través de la prensa, entre el vicepresidente de la Xunta, Quintana y el presidente del PP Nuñez Feijoo; si tu me aceptas lo de nación yo acepto tu propuesta económica. Sin comentarios.


Como PSOE y BNG no van a llevar adelante otro tipo de política que no sea neoliberal, el PP no les va a obligar con su labor de oposición, a un cambio. Les puede cuestionar la gestión, si son más o menos eficaces, en los ritmos, pero nunca se opondrá a las políticas en sí mismas, sobre todo en la faceta económica. Puede que en alguna cuestión menor de carácter social, donde hoy la Xunta tiene una mayor sensibilidad.


Por lo tanto es necesario desde la izquierda articular la oposición a las políticas de la Xunta, desde una propuesta global, que supere las oposiciones sectoriales que se pueden producir desde diferentes sensibilidades concretas.


Hoy se ve como imprescindible, para asentar los cimientos de la lucha que permita superar esta situación, aunque desde hace varias décadas es una necesidad, la reconstrucción del movimiento obrero, en sus dos vertientes, política y sindical; movimiento que es el único capaz de oponerse con firmeza al neoliberalismo, construir una alternativa a la actual situación e impulsar el avance hacia un nuevo tipo de sociedad.


Y esto es así por que el balance de los treinta y un años desde la desaparición del dictador, en el contexto de la lucha de clases, es muy desfavorable a los intereses de l@s trabajador@s, en todos sus aspectos; podemos explicitar que la conciencia de clase “para si” perdió terreno y la clase obrera hoy no es la clase capaz de conseguir la hegemonía sobre otras clases y capas golpeadas por el neoliberalismo, y lo más grave es que la clase obrera no tiene una política propia.


En el terreno político debemos hablar de reconstrucción de la izquierda, en precaria situación desde hace años.


En primer lugar por la perdida de influencia del PCG en todos los terrenos, como consecuencia de sus crisis internas de principios de los años ochenta.


En segundo por el giro hacia el “centro político” del BNG con el objetivo de conseguir el “surpasso” electoral respecto al PSOE, objetivo que consigue pero a cambio de perder votos por su izquierda y de variar el proyecto, el programa y adoptar un discurso histriónico de pseudoizquierda. “Surpasso” que se convierte en “flor de un día” ya que las dos últimas elecciones autonómicas testifican que no se produjo, como algunos auguramos, una consolidación de los votos “centristas” conseguidos en 1997.


En tercero por la asunción por parte del PSOE de las políticas neoliberales y el pacto con los poderes económico, militar e iglesia, que le permiten el control de ciertas instituciones a partir del año 1982. Y por último la desaparición de las fuerzas, que podemos calificar de extrema izquierda, en la década de los ochenta.


Pero hoy reconstruir el espacio de izquierdas en Galicia, es reconstruir fundamentalmente el espacio comunista, factor básico para impulsar una alternativa al capitalismo depredador y genocida y un nuevo movimiento sindical, de carácter socio-político, que debe estar insertado en esta alternativa. Y en esta labor debemos implicarnos todos los que nos consideremos como tales; sin sectarismos, sin exclusiones.


En el aspecto sindical varias cuestiones sobre las que es necesario reflexionar; si la fábrica es donde se materializa el robo de la plusvalía por parte de los propietarios de los medios de producción, si su estructura se corresponde con las necesidades para sacar el beneficio por parte de los empresarios, lo que nos podemos preguntar es que siendo importantes la transformaciones realizadas por los empresarios en los centros de trabajo en estos años, si las transformaciones en los sindicatos también lo fueron en el sentido de ser más eficaces en la defensa de los trabajadores, o si lo fueron en sentido contrario, de aceptación de la explotación y su transformación evolucionó de ser órganos de lucha de carácter socio-político, en instrumentos de servicios, financiados en una parte importante de sus presupuestos por el propio estado. Si como se dice vulgarmente, la función hace el órgano, podemos afirmar que las estructuras sindicales no son las adecuadas hoy para la lucha contra los embates del neoliberalismo, que significa la perdida de derechos sociales, económicos y políticos de todo tipo. Y estas afirmaciones tan contundentes las hago reconociendo la lucha abnegada de cientos de militantes que en sindicatos burocratizados, llevan constantemente una actividad desde una perspectiva de clase; pero no son ellos los que toman las decisiones en el sindicato.


Creo necesario un movimiento de renovación sindical, que transforme lo existente y de solución entre otros, a los problemas de la división sindical, del gran número de trabajador@s no inscritos, que pasa por una acción sindical que de confianza a la gente, los precarizados y parados, los inmigrantes y la falta de democracia tanto en los sindicatos, como en los centros de trabajo. Y para esta labor es imprescindible la existencia de una organización comunista fuerte.



Galicia setiembre 2006


C.Dafonte



miércoles, 6 de septiembre de 2006

EXPOLIO E INMIGRACIÓN

La constante llegada de embarcaciones con subsaharian@s a las costas españolas y las fricciones que se producen por este motivo entre las dos fracciones mayoritarias del neoliberalismo español, convierte a este tema en objeto prioritario de las tertulias que los más importantes medios de comunicación emiten en el estado. Unas partidarias de las tesis de la fracción gobernante, de la opositora otras; todas convertidas más en propagandistas que en informativas, tratando de convencernos que su grupo tiene razón, en una permanente y bochornosa campaña electoral.


Las opiniones son variadas, dentro de la estrategia de cada grupo, y la búsqueda de las razones, las conclusiones y las aseveraciones muchas veces peregrinas: Pero hubo una en los días finales de agosto que es difícil dejar pasar sin hacerle un comentario; una tertuliana llego a decir que lo importante era "enseñarles a los africanos a cultivar la tierra". Desconozco el nombre de la periodista que intervenía así como la emisora en la que se emitían sus opiniones, pero la mayor parte de las veces el tono general de las tertulias es de culpar a los africanos por su desidia, impericia, mala administración, incapacidad para aprender de las administraciones coloniales o la existencia de dictaduras, como si esta lacra fuera resultado de elementos endógenos y no impuestas la mayoría de las veces desde el exterior, y toda otra serie de argumentos, donde nunca aparece el largo proceso que lleva a la mayoría de África a la situación actual: esclavismo, colonialismo, neocolonialismo, imperialismo, neoliberalismo, etc., y siempre en formaciones sociales donde el modo de producción dominante es el capitalismo.



África fue desde los primeros instantes en que los europeos tuvieron capacidad técnica y militar, para un contacto sostenido en el tiempo, un objetivo prioritario.


Por su mano de obra “exportable”, muy barata, comercio con humanos que se convirtió en una de las vías de acumulación capitalista que permitió la revolución agrícola e industrial en los principales países europeos. En segundo lugar por lo gran variedad de materias primas, productos agrícolas y territorio que abrían enormes expectativas de mercado. No olvidemos la célebre frase de Livingstone, “detrás de la religión siempre va el comercio”.



No solo fue saqueada de sus recursos humanos, destruidas sus organizaciones políticas, dividido su territorio al antojo y objetivos depredadores de los estados europeos, sino que también se talaron sus bosques se destruyo la agricultura tradicional y se les obligó a producciones orientadas a la exportación, sentando las bases de las hambrunas actuales.


Un caso paradigmático es el de Senegal, lugar de procedencia de muchos de los que hoy utilizan los “cayucos” para trasladarse al “paraíso europeo”. Desde que a mitad del siglo XIX se introdujo el cacahuete, se fue convirtiendo, por interés de las compañías europeas, en monocultivo, destruyendo la fértil agricultura tradicional y sometidos sus habitantes a los vaivenes de los precios de mercado sobre los que no tienen ningún tipo de influencia.



La destrucción de la agricultura tradicional fue un elemento programado sistemáticamente durante años, con el objetivo de forzar a los pueblos originarios al trabajo asalariado, en minas, plantaciones, etc. Si a esto le unimos que se les despojaron de las mejores tierras, introdujeron cultivos y pesticidas de forma masiva que esquilmaron los suelos, así como la destrucción del sector artesanal y la competencia de la gran industria pesquera que esquilma sus caladeros ,el mantenimiento por parte de las potencias europeas de numerosas dictaduras que garanticen precios de materias primas y el expolio por parte de las empresas multinacionales, tendremos un cuadro bastante aproximado de algunas de las razones de lo que sucede en África en la actualidad.



Un economista escribió hace años que si un cataclismo hiciera desaparecer a todos los países que se denominan tercer mundo, en poco tiempo la miseria sería lo común en los países hoy enriquecidos; pero si ocurriera al revés, y EEUU, la Unión Europea y Japón fueran los damnificados, un nuevo ciclo se abriría para la humanidad y no precisamente de miseria.

Por lo tanto la marcha del continente de cientos de miles, de millones de trabajadores hacia los países europeos, como la de latinoamericanos hacia el norte, es producto del expolio capitalista de sus riquezas y no cesará hasta que los pueblos consigan gobiernos que defiendan los intereses de las mayorías, hoy marginadas.

Y no es posible “poner puertas al campo”, el profesor Näir habla de 40 millones de africanos dispuestos a abandonar el continente; ante tamaño problema es imposible blindar fronteras, se abrirán otras, no se puede convertir Äfrica en un campo de concentración. Es preciso acabar con el expolio.



Septiembre 2006



C. Dafonte